domingo, 14 de marzo de 2021

Con P de pandemia

El triunfo de la Muerte. Pieter Bruegel, El viejo. 1562-1563
 La peste negra

Entre 1346 y 1347 surgió una enfermedad que asoló Europa y que no se desapareció en su totalidad hasta el siglo XVIII con su último brote. Aunque existían varias enfermedades en esa época que ya tenían carácter de epidemia, la peste negra se caracterizó por no ser una enfermedad que fuese esperada, no se conocía su origen y que no diferenciaba entre ser pobres y ricos. De hecho, se sigue sin conocer con total certeza cuál fue el agente infeccioso que causaba la enfermedad. Esto hacía que en plena Edad Media se diesen diversas explicaciones sobre el origen, desde la emanación de las sustancias orgánicas en descomposición a un origen astrológico (conjunción de los astros, los eclipses...). Con la llegada del siglo XIX se estableció que la enfermedad fue provocada bacteria yersinia pestis, que afectaba a las ratas negras y a otros roedores y se transmitía a través de los parásitos que vivían en esos animales que acababan picando a los humanos e inoculando la enfermedad. Este tipo de enfermedades son conocidas como zoonosis, es decir enfermedades que se trasmiten de animales a seres humanos y en este caso se produjo una rápida trasmisión debido a que las ratas convivían con los humanos en muchos ambientes, como graneros, molinos y casas. La enfermedad aparecía en las ingles, axilas o cuello, con la inflamación de alguno de los nódulos del sistema linfático acompañada de supuraciones y fiebres altas incluso superiores a los 40 grados. De las variantes que aparecieron de la peste bubónica (la más corriente), la peste septicémica, en la cual el contagio pasaba a la sangre, lo que se manifestaba en forma de visibles manchas oscuras en la piel, que dio nombre a la enfermedad como la muerte negra, y la peste neumónica, que afectaba el aparato respiratorio. El índice de mortalidad pudo alcanzar el 60% en el conjunto de Europa, ya como consecuencia directa de la infección, ya por los efectos indirectos de la desorganización social. Se calcula que de los 80 millones de ciudadanos europeos de antes de la peste, tras la enfermedad la población disminuyó a 30 millones de 1347 a 1353 y hasta mediados del siglo XV no se recuperó el crecimiento de la población europea. Hubo otros efectos, como el aumento de los salarios por la disminución de la población de trabajadores y que los campesinos pobres pudiesen ocupar los campos abandonados impulsando la economía rural.