lunes, 20 de agosto de 2012

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David con la cabeza de Goliat es un cuadro pintado por Caravaggio emntre 1609 y 1610 en el que destacan el plata sucio, negro y marrón. Esta obra pictórica se encuentra en la Galería Borghese de Roma.
  1. La cabeza decapitada de Goliat es en realidad un autorretrato de Caravaggio. No es un hecho casual, ya que tenía una terrible obsesión con las cabezas cortadas, y él mismo pensaba que iba a morir así. Probablemente esas teorías que construía acerca de su muerte se debieran a su complicadísimo carácter, que le llevaba a agredir severamente a todo aquel que criticara su obra o su persona, especialmente a pintores jóvenes.
  2. Si por algo destaca Caravaggio, además de por el realismo de los representados, es por el tenebrismo de sus obras, característica que influyó posteriormente en otros grandes de la pintura como Diego Velázquez o José de Ribera. En muchos de sus lienzos el foco lumínico se proyecta en los personajes de tal modo que el contraste entre la sombra y la luz es totalmente vehemente, como se pude apreciar si vemos el cuerpo de David o la cabeza del gigante. La luz hace que David parezca un muchacho de las calles, con una espada que tiene sólo una gota de sangre para demostrar que, al igual que Caravaggio, sabe lo que significa haber matado a un hombre. Otra gota de sangre en medio de la frente del gigante confirma que fue derribado por una piedra. En la espada aparece una inscripción abreviada: H-AS OS, en latín: Humilitas occidit superbiam ("La humildad mata al orgullo").
  3. Algunos especialistas sostienen que la obra fue realizada en el período 1605-1610 y otros precisan más diciendo que corresponde al período 1609-1610. Es esta última teoría la que toma más fuerza actualmente, e incluso se conviene en afirmar que este lienzo es el último que pintó Caravaggio, probablemente en un intento por obtener el perdón del papado para así volver a Roma, ciudad que había tenido que abandonar por haber asesinado a un hombre en una riña.
  4. La mirada que David lanza a la cabeza de Goliat no refleja ni mucho menos un gesto de satisfacción por su acción homicida. Casi que se podría decir que la mirada es compasiva, lastimosa, mostrando cierta sensibilidad y magnanimidad ante la cabeza, cuyo rostro acierta a representar lo hórrido de una decapitación, aunque tampoco llega a alcanzar cotas extremas su expresión.
  5. Éste no es el único lienzo que Caravaggio dedicó a la pugna entre David y Goliat. Años antes pintó dos representaciones más de ambos personajes, siendo en todos los casos la cabeza de Goliat un autorretrato del pintor italiano. Así mismo, la obsesión por las decapitaciones es una constante en la obra caravaggiesca, con ejemplos anteriores como La cabeza de la Medusa, Salomé con la cabeza de San Juan Bautista o Judith y Holofernes.

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