La construcción de la Catedral fue ordenada por Iván IV (Iván el Terrible) para conmemorar la conquista del Janato de Kazán (actual Bulgaria) contra los tártaros. Se cuenta que fueron precisamente los turbantes de los soldados derrotados que fueron decapitados, los que sirvieron de inspiración para la construcción de las cúpulas bulbosas que constituyen la seña de identidad más característica del templo. La idea original era la de construir un grupo de capillas, dedicadas cada una a los diferentes santos en cuyo día el zar había ganado una batalla, pero la construcción de una torre central unificó criterios hasta constituir un edificio homogéneo y que además siguiera la tradición constructiva bizantina. Se nombró arquitecto del proyecto a Póstnik Yákovlev del que dice la leyenda que el zar dejó ciego al acabar la obra para así evitar que pudiera construir otra obra semejante. Leyenda nada más, pues pocos años después trabajó en la construcción del Kremlin La obra se completa en 1588 cuando el zar Fiodor Ivanovich agrega una nueva capilla sobre la tumba de San Basilio, razón por la cual el templo asume desde ese momento esa titularidad y el nombre con el que se la conoce popularmente. Su estructura persevera en el modelo de las iglesias rusas de tradición bizantina, aunque en este caso con una solución exterior mucho más espectacular y vistosa. Conserva la planta centralizada y al exterior la acumulación de cúpulas bulbosas, que en este caso rodean un enorme campanario poligonal que sobresale de todo el conjunto y que además se decoran con relieves abstractos y colores diversos otorgándole como decíamos una imagen realmente fantástica y mágica. El campanario octogonal que sirve como elemento de centralización del espacio es en realidad la capilla central de las diez que forman el conjunto de la iglesia, alrededor de la cual se van distribuyendo las demás, cada una a una altura diferente y con una decoración distinta en sus cúpulas hasta configurar una estrella de ocho puntas. Un símbolo recurrente el del número ocho en la iconografía del cristianismo ortodoxo. Prevalece el ladrillo como material de base, lo que le da ese tono rojo. Curiosamente y al contrario de lo que suele ser común en la arquitectura bizantina, los interiores aparecen mucho más modestos, cuando suele ocurrir al revés. El interior presenta espacios angostos, poco iluminados y ornados con pinturas de tema floral realizadas ya en el S. XVII. Sólo la capilla central contradice esta tendencia. Afortunadamente la Catedral de San Basilio se ha salvado de varias amenazas de destrucción. El propio Napoleón, impresionado por su belleza se la quiso llevar a París, y al no poderlo hacer mandó destruirla, pero una lluvia milagrosa humedeció providencialmente la pólvora con la que iban a volarla. También después de la Revolución rusa hubo algunos episodios en los que se apostó por su demolición, pero finalmente la iglesia fue conservada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario