El Budismo
La palabra "budismo" viene de la palabra "budi" que significa "despertar", y
por ello el budismo es la filosofía del despertar. Surgió de la experiencia de príncipe heredero del clan de los Shakyas Sidharta Gautama, conocido como "El Buda", quien a los 35 años despertó a la Realidad Suprema. El budismo tiene 2.500 años de existencia y unos 300 millones de seguidores en el mundo. Hasta hace un siglo era practicado exclusivamente en el Asia, pero hoy despierta interés y adeptos en el mundo entero. El budismo enseña que debemos desarrollar nuestra capacidad intelectual hasta que podamos comprender nuestro universo claramente. También nos estimula a entregar amor y bondad a todos los seres, sin distinción.
Principios del budismo
Sidharta Gautama disfrutaba de los placeres que su padre, el rey, disponía para él.Sidharta no conocía el sufrimiento.Pero el inquieto joven ayudado por uno de sus sirvientes se escapó un día y cruzó los altos muros del colosal palacio. Allí se encontró de sopetón con la vejez, la enfermedad y la muerte. Profundamente conmovido, decidió buscar el camino hacia la felicidad humana. A los 29 años, dejó a su esposa e hijo y se internó en el bosque para aprender de maestros espirituales. Regaló sus elegantes atuendos a un mendigo y se convirtió en asceta.Durante seis años Sidharta meditó y meditó. Ayunaba rigurosamente, casi a punto de morir de inanición. Hasta que un día meditando bajo un árbol divisó un maestro de cítara que navegaba río a bajo enseñándole a su discípulo con estas palabras: "Para que el sonido sea óptimo, las cuerdas no deben estar ni tan flojas que no suene, ni tan tirantes que se corten". Así fue como un día, bajo el árbol Bodhi, vivió una profunda experiencia con la cual se alejó su ignorancia y entendió la lógica de la existencia -La Iluminación-. Desde ese momento fue llamado "El Buda" o "El Despierto". Sidharta Gautama, "El Despierto", viajó durante 45 años a lo largo de la India enseñando su experiencia liberadora. Su compasión y paciencia fueron legendarias y tuvo miles de discípulos. A los ochenta años, viejo y enfermo, pero feliz y en paz, murió. No, Buda no es un dios, nunca dijo serlo. De acuerdo a sus enseñanzas y su experiencia, cualquiera de nosotros también podría llegar a ser como Buda.
Una estatua de Buda con sus manos descansando gentilmente y su sonrisa amorosa nos conmueve y nos insta a desarrollar paz y amor en nosotros mismos. El perfume del incienso nos insta a prevalecer en las virtudes, las luces de las lámparas nos motivan a perseguir la luz del conocimiento y, las flores que nos impresionan por su belleza, pero luego mueren, nos recuerdan la impermanencia. Cuando nosotros rezamos, expresamos nuestra gratitud al Buda por la enseñanza que nos ha dado. Una estatua de Buda rememora la dimensión humana de las enseñanzas budistas. Nos recuerda que nosotros podemos liberarnos del sufrimiento al igual que Buda, encontrando la felicidad en nosotros mismos. Las imágenes de Buda nos mantiene en mente esa preciosa oportunidad de trascender el sufrimiento y alcanzar la felicidad duradera.