El artificio de Juanelo Turriano
Fueron unas maquinas hidráulicas que se encontraban en Toledo durante el Renacimiento inaugurado el primero en 1569 tras 4 años de construcción y el segundo construido entre 1575 y 1581. Fueron desmontados en 1640. No se conocen con exactitud su forma y funcionamiento, lo que se sabe de ellos es por los pocos textos de la época por lo que no se puede decir nada seguridad de estos artificios. Durante la época, tenían bastante fama, por lo que eran visitados por personajes ilustres como el hijo de Carlos I, Juan de Austria, y aparecen en diversos textos de escritores como los de Lope de Vega y Quevedo. Los artificios se encontraban dentro de edificaciones para protegerlos de los posibles robos o del deterioro que pudiesen causarles las inclemencias del tiempo. Los 306 metros del mecanismo, del río Tajo al Alcázar, con un desnivel de 90 metros fueron mantenidos por Juanelo hasta 1585, más tarde por su nieto y tras este Juan Fernández del Castillo. Este último fue quien le propuso a Felipe III un nuevo artefacto que funcionase por bobeo. Este nuevo mecanismo si era visible, estando adosado al edificio de Juanelo y por ello, se cree que algunas descripciones que existen del artificio de Juanelo son en realidad del de Juan Fernández del Castillo ya que convivieron desde 1602. Se cree que el funcionamiento se basaba por el uso de cazos oscilantes, que se movían gracias a la energía hidráulica del río, según los estudios de Ladislao Reti.
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