El impresionismo
Es un movimiento pictórico que nació en Francia a finales del siglo XIX. Los impresionistas estaban en contra del arte de academia, rompiendo así con los temas que se habían utilizado hasta el momento y las normas impuestas por la Academia Francesa de Bellas Artes. El origen histórico del Impresionismo identifica con la aventura iniciada por una serie de jóvenes pintores independientes quienes, dolidos y hartos de verse excluidos sistemáticamente del Salón parisino oficial, decidirían organizar una muestra pública en la casa del fotógrafo Nadar. El nombre viene del cuadro Impresión: soleil levant, 1872–1873 de Monet.
Los pintores de este movimiento preferían trabajar al aire libre y mostrar la vida del día al día. Su mayor preocupación era captar la luz y de esta manera buscan sus efectos en los objetos y muestran un mundo espontáneo y directa. La luz tiende a difuminar los contornos y refleja los colores de los objetos circundantes en las zonas de penumbra. Eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, utilizando para ello los colores primarios (cyan, el magenta y amarillo). Con esa técnica lograron dar una ilusión de realidad, aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y logrando gran brillo en sus pinturas. Un gran ejemplo de esto es como en los cuadros La catedral de Ruan donde Monet muestra el templo a distintos momentos del día donde el artista deja a un lado el edificio y la luz protagoniza el cuadro, cambiando la parroquia. Los representantes principales del movimiento fueron: Édouard Manet (como precursor) Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pissarro, Auguste Renoir y Vincent van Gogh.
Los pintores de este movimiento preferían trabajar al aire libre y mostrar la vida del día al día. Su mayor preocupación era captar la luz y de esta manera buscan sus efectos en los objetos y muestran un mundo espontáneo y directa. La luz tiende a difuminar los contornos y refleja los colores de los objetos circundantes en las zonas de penumbra. Eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, utilizando para ello los colores primarios (cyan, el magenta y amarillo). Con esa técnica lograron dar una ilusión de realidad, aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y logrando gran brillo en sus pinturas. Un gran ejemplo de esto es como en los cuadros La catedral de Ruan donde Monet muestra el templo a distintos momentos del día donde el artista deja a un lado el edificio y la luz protagoniza el cuadro, cambiando la parroquia. Los representantes principales del movimiento fueron: Édouard Manet (como precursor) Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pissarro, Auguste Renoir y Vincent van Gogh.
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