El gallo de Barcelos
La leyenda cuenta que en el siglo XIII un peregrino gallego que al salir de la ciudad Barcelos en Portugal, camino de Santiago de Compostela, cuando fue detenido. Estaba acusado de robo y asesinato a un terrateniente y condenado por ello a la horca. Su último deseo era el de tener una nueva audiencia con el juez. El magistrado se encontraba en su casa con unos amigos, apunto de tomar un gallo asado. El acusado dijo que como muestra de su inocencia el gallo saldría de la cazuela y cantaría. Todos se mofaron de él, pero por precaución no comieron. En el momento de la ejecución, el gallo salio de la cazuela y cantó. El juez al ver esto, fue al lugar, descolgó al reo y este volvió a la vida . Dicen que el gallego regresó años después y esculpió el crucero en honor de San Tiago y la Virgen que hoy se ve en el Museo Arqueológico de Barcelos. El Gallo de Barcelos es el símbolo nacional de Portugal y significa Serenidad, Fe, Confianza y Honor. Tenerlo en casa en forma de figurita (la clásica es negra con corazones de color) se supone que da buena suerte. La leyenda no deja de ser parecida a la del El milagro del gallo y la gallina en Santo Domingo de la Calzada, en La Rioja. A diferencia de la de Barcelos, el milagro lo protagoniza un alemán peregrino del Camino de Santiago, que es acusado de robo, tras haberle negado el amor a una tabernera. Tras la ejecución los prades del peregrino se acercan y oyen cómo éste les habla desde la horca y les dice que está vivo por la gracia de Santo Domingo de la Calzada. Felices y contentos van a comunicar la noticia al corregidor que justo en ese momento está cenando unas aves. El corregidor se burla de lo que oye y lanza la frase conocida: “Vuestro hijo está tan vivo como este gallo y esta gallina que me disponía a comer antes de que me importunarais”. Y en ese momento, las aves saltan del plato y se ponen a cantar y cacarear alegremente.