La venta de Alaska
En 1867 se hizo una de las ventas más rentables de la historia. El zar Alejandro II de Rusia vendió a EE.UU. por 7.200.000 dólares pagados con un simple cheque. tras unas negociaciones entre el ministro ruso Eduard de Stoeckl y secretario de Estado estadounidense William H. Seward que acabaron el 30 de marzo de ese mismo año con la firma del tratado de venta. Esta venta se realizó debido a que Rusia tenía cierta dificultades financiera, y veían que podían perder el territorio en un futuro en manos de los británicos ya que no era fácil de defender. En un principio, ambos países se oponía a la transacción, por un lado, los rusos habían invertido mucho dinero y recursos y veían que lo perderían inútilmente y por otro lado, los estadounidenses no quería esas tierras de climatología tan extrema, de hecho consideraron esta transacción como locura de Seward, la nevera de Seward o el parque de osos polares de Andrew Johnson (el presiente estadounidense de la época). Los Estados Unidos, en esa época, veía en Rusia un aliado y en cambio los británicos eran el enemigo por lo que ayudar al país ruso no les parecía tan mala idea y así perjudicar al enemigo común. De esta forma, el Reino Unido que ocupaba la actual Canadá estaría rodeado y controlado. El zar no se podría imaginar que a partir de 1945, con la Guerra Fría, Alaska se convertiría en un invaluable base militar que pondría a las tropas, radares y aviones estadounidenses a las puertas del territorio ruso, ya no eran tan amigos. El tratado fue ratificado el 9 de abril de 1867, con un total de 37 votos a favor y dos en contra, en el Senado estadounidense, pero no fue hasta hasta más de un año después, en julio de 1867 cuando se aprobó la asignación del dinero necesario para la comprasen por parte de la Cámara de Representantes. El nombre de Alaska fue elegido por los estadounidenses del idioma aleutiano (idioma de las islas islas Aleutianas, Pribilof y Comandante), y quiere decir: tierra grande, o el objeto contra el que la acción del mar es dirigida. La ceremonia de entrega se llevó a cabo en Sitka, el 18 de octubre de 1867. Soldados estadounidenses y rusos desfilaron ante la casa del gobernador. La bandera rusa fue arriada y la estadounidense izada entre salvas de artillería y el capitán Alekséi Peschúrov transfirió a los Estados Unidos el territorio de Alaska en nombre del zar al general Lovell Rousseau. Las tropas ocuparon las barracas. La mayoría de los rusos volvieron a su país, quedándose sólo algunos comerciantes y sacerdotes. El día de Alaska conmemora esta transferencia formal de Alaska a los Estados Unidos, celebrándose todos el 18 de octubre de cada año. Tras la firma del tratado, se proclamó como festivo cada último lunes de marzo para celebrar la compra de Alaska, lo que se llamó el día de Seward. En algunas ciudades es un día un día libre de alcohol. En tan solo 50 años los americanos recuperaron cien veces más que su cifra de compra mediante una economía basada en la importación y exportación de telas chinas, hielo, té, oro, marfil de morsa, etc. En marzo de 2014, se publicó en el sitio web de la Casa Blanca una petición de adhesión de Alaska a Rusia, movimiento creado con el lema Alaska, de vuelta a Rusia. Se recogieron más de 35.000 firmas de ciudadanos que todavía crían en la leyenda urbana de que Alaska fue un robo, que se alquiló y no se devolvió a su dueño.