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El caballero del reloj
Tiziano pintó este cuadro hacia 1550, dejando muchas incógnitas sobre el mismo y podemos intentar descubrir los secretos en el Museo Nacional del Prado, en el que se encuentra desde 1827 proveniente de la colección real. Es uno de los cuadros, que gracias a la conservación, permite observar como el pintor italiano utilizaba el negro y como plasma la calidad de las telas.
- El cuadro muestra a un hombre sujetando un reloj de mesa. Un hombre al que no conocemos. Se piensa que pudiese ser Gianello della Torre, relojero de la corte española, más conocido en España como Juanelo Turriano, quien construyese el artificio para llevar agua del río Tajo a la ciudad de Toledo. También pudiese ser algún miembro de la familia Cuccini.
- En su pecho hay una cruz, supuestamente de la orden de Malta, pero, sorpresa. También se dudad de que fuese caballero, por las irregulares en la forma de la cruz. Por lo demás, el emblema está realizado en tela blanca y cosido a la ropa como marca la bula que fundaba la orden en 1153.
- El reloj que da nombre al cuadro, que se utiliza como símbolo de la templanza del buen gobernante, así como de lo poco que dura la vida. Tiziano solía pintar un reloj en sus cuadros y por lo mucho que se parecen entre ellos, pudiese ser que fuese propiedad del pintor, como por ejemplo el retrato de Nicolás Perrenot de Granvela.
- Los objetos en los cuadros, no se ponen al azar. Mostraban, símbolos, aficiones o alguna alusión al nombre del retratado. Al encontrarse tocando el reloj se piensa que el retratado pudiese ser alguien con un nombre relacionado con los relojes, por lo que se especula que fuese alguien de la familia de origen veneciano Donde dall`Orologio (orologio es reloj en italiano): el escritor y traductor Giuseppe Horologgi, quien tenía un amigo en común con Tiziano, pero no fue un caballero de Malta. Las radiografías realizadas al cuadro, han dado una visión más simple del porqué del reloj. En un principio, había otro objeto que el hombre sujetaba con las manos, lo que no gustó al pintor, por su rigidez pictórica, dejando el simbolismo sin valor.